Tuesday, 1 September 2020

Joan Ramón Folch IV de Cardona





Joan Ramón Folch IV de Cardona, hijo y heredero del conde de Prades, era tan solo un adolescente de quince años cuando estalló la guerra. Acudió a Girona en representación de su padre para defender a la reina Juana y al príncipe Fernando, sitiados por la hueste el conde de Pallars, su primo. Tras el duro asedio, en el que a punto estuvo de perder la vida, el joven Cardona pasó la mayor parte de la guerra en compañía de su padre, aprendiendo de él directamente sobre el terreno. Durante esos años trabó una fuerte amistad con el futuro Rey Católico que duraría toda la vida y que recompensaría con creces la lealtad demostrada durante los años de la guerra civil.

No era, con todo, un noble cualquiera. Además de ser heredero de la inmensa fortuna de la Casa de Cardona, por las venas de Joan de Cardona hijo corría sangre real, dado que era hijo de Joana d’Urgell, hija a su vez del conde Jaume el Desdichado, último pretendiente al trono de la línea de Barcelona, derrotado por los Trastámara a principios de siglo. Eso convertía al joven noble, además de primo de Hug Roger de Pallars por parte de padre, en primo del rey intruso Pedro de Portugal por parte de madre y, como este, en descendiente de la dinastía anterior. A la muerte de Pedro, parece la Diputación ofreció el trono a Joan de Cardona, pero este lo rechazó tajantemente, ratificando su lealtad a la corona.

Aquel acto de fidelidad le valió numerosos honores y le hizo aún más merecedor de la estima del rey y del príncipe. En 1467, tras la muerte de Bernat Joan de Cabrera, casó con Aldonza Enríquez, hermana de la reina, y fue nombrado Gran Condestable de Aragón en su lugar. No pudo ejercer como tal durante mucho tiempo, puesto que ese mismo año caía prisionero de los angevinos en la batalla de Viladamat mientras cubría la retirada del rey y su hijo. Tras tres años de cautiverio aún tuvo tiempo de participar en los últimos episodios de la guerra.

Tras la Guerra Civil, acompañó a su padre en numerosas campañas, primero contra los franceses en el Rosellón, luego contra los remensas de Pere Joan Sala. Muerto ya su padre, completó la conquista del Pallars, hecho por el cual fue elevado a la categoría de Duque de Cardona, (y marqués de Pallars) una dignidad hasta aquel momento reservada a los príncipes de sangre real.

La miniatura es un simple caballero de la caja de gendarmes a caballo de Perry, pero con detalles que le diferencian del resto. Por ejemplo, he pintado la armadura gótica, relativamente rara en la Península (donde imperaba el estilo italiano sobre el alemán), con detalles dorados para diferenciar al Condestable de Aragón del resto. Ocurre lo mismo con el caparazón del caballo, una pieza de armadura poco usada de nuestro lado de los Pirineos y que, en general, reservo para personajes de muy alta cuna (y caballería francesa, algún día). 

El alférez lleva los colores de los Segarra, una casa aliada de los Cardona. No tengo datos sobre la identidad del alférez de Joan de Cardona (dudo que se conserve esa información), simplemente quería darle un poco de color a la peana y me pareció una explicación tan buena como cualquier otra.


 



Joan Ramón Folch III de Cardona





Joan Ramón Folch III de Cardona, conde de Prades, encarnaba todos los valores típicamente asociados a su linaje. Político notable, personaje carismático y astuto diplomático, fue desde el principio la máxima personalidad del bando realista y una pieza esencial del arsenal de Juan II de Aragón. Su nombre va asociado a todas las grandes acciones favorables al rey, de cuyo lado nunca se apartó. Fueron precisamente esas tendencias y su rivalidad con el conde de Pallars los que le apartaron de la revuelta de 1461, a la que se sumaron prácticamente todas las fuerzas vivas de Cataluña. 

Su labor diplomática en los turbulentos meses que siguieron el levantamiento y la desastrosa (para el rey Juan) Capitulación de Vilafranca), fue decisiva para conseguir apoyos en un Principado que parecía oponerse de forma unánime a la figura de Juan Sin Fe. La posición del conde de Prades como líder indiscutible de un clan familiar que incluía a buena parte de la alta nobleza le permitió atraer a las otras grandes casas al bando del rey, como ocurrió con los vizcondes de Cabrera, Illa y Èvol, así como el gobernador del Rosellón. Con la notable excepción de Hug Roger de Pallars, sobrino suyo, llamado a convertirse en su capitán general del bando rebelde.

No tendría mucho sentido seguirle el rastro a lo largo de toda la guerra, puesto que la historia de Joan de Cardona es la historia de la propia Guerra Civil. Baste decir que permaneció al lado del rey, convertido en su más fiel consejero y capitán general de sus ejércitos. Un rol, este último, que más tenía que ver con garantizar lealtades y organizar la guerra que con la lucha propiamente dicha. Sus servicios fueron recompensados en 1467 con el matrimonio de su hijo con la hermana de la reina Juana, uniendo aún más a los Cardona con la casa real. 

Tras la contienda, sus dotes diplomáticas harían de él el principal agente del rey de Aragón en Francia y Borgoña, y en una figura frecuente de la corte, primero de la de Juan II y, más tarde, de la de Fernando el Católico. Murió en 1486 durante la invasión del condado de Pallars, tras una vida entregada a la causa de la monarquía. Su hijo sería elevado a Duque de Cardona y Marqués de Pallars un año después. 

He utilizado la miniatura del duque de Buckingham de Perry Miniatures para representar al conde de Prades. Tanto la pose como la ropa y la armadura oculta tras esta pegan con las características propias del personaje histórico. Me gusta además su aspecto arrogante y confiado, aunque esto ya es más interpretación mía. 

Uno de los caballeros que le acompañan lleva un sobreveste con las armas de los Barberà, una familia de origen occitano y cátaro aliada y emparentada con los Cardona, cuya presencia en Cataluña se remonta a tiempos de Jaime I. El estandarte partido representa las armas de los Cardona y las de la Casa de Prades, ya prácticamente extinta en 1462.



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